Biografía de Hildegard

Benedictina, monja, visionaria, profetisa, incansable reformadora de la Iglesia y renovadora de la vida monástica; autora de teología, medicina, cosmología, ciencias naturales y herboristería; poeta, compositora, predicadora y exorcista: así es santa Hildegarda de Bingen.
Nacida en 1098 en Bermersheim, Condado Palatino del Rin, Hildegarda fue la décima hija de sus padres, ofrecida a la Iglesia como diezmo. Era conocida por sus extraordinarios talentos, sensibilidad, inteligencia y dotes proféticas. Desde los cinco años, experimentó visiones, que al principio guardó para sí, para luego compartirlas únicamente con Jutta y su confesor, Volmar.
A los ocho años, Hildegarda ingresó en el convento, donde Jutta les enseñó a ella y a las demás hermanas los fundamentos de la vida monástica según la Regla de San Benito. Aunque a menudo se consideraba "indocta" (ignorante), tuvo un maestro particular, Volmar, que la guió espiritual e intelectualmente. Hildegarda era una experta en latín, literatura antigua y las Escrituras, y sus escritos revelan un profundo conocimiento de los Padres de la Iglesia y autores medievales.
Tras pasar veintitrés años en la Montaña de San Disibod, Hildegarda se convirtió en superiora de la congregación femenina tras la muerte de Jutta en 1136. En 1141, recibió una visión en la que Dios le ordenó escribir lo que había visto, una tarea que inicialmente la aterraba. Sin embargo, con el apoyo de Volmar, comenzó a escribir Scivias (Conoce los caminos del Señor), completándolo durante diez años con la ayuda de Volmar y la hermana Richardis von Stade.
La obra de Hildegarda atrajo la atención, y se leyeron fragmentos al papa Eugenio III, quien la animó a continuar. Tras Scivias, escribió más obras teológicas, conformando una trilogía visionaria que incluye el Liber vitae meritorum (Libro de los Méritos de la Vida) y el Liber divinorum operum (Libro de las Obras Divinas).
Su creciente fama atrajo a muchas mujeres a Disibodenberg, lo que impulsó planes de expansión. En 1150, Hildegarda afirmó que Dios le había ordenado mudarse a Rupertsberg, enfrentando una férrea oposición por parte de los monjes y las familias de las monjas. Estableciendo paralelismos con Moisés, se convirtió en la primera mujer de la Edad Media en fundar un monasterio femenino de forma independiente. La comunidad prosperó, lo que la llevó a fundar un segundo monasterio en Eibingen.
A pesar de sus numerosas responsabilidades, Hildegarda produjo más de 70 canciones, compuso el drama Ordo Virtutum y escribió obras científicas como Physica y Causae et Curae. También creó su lingua ignota (lengua desconocida) y litterae ignotae (cartas desconocidas). Hildegarda mantuvo correspondencia con figuras prominentes de su época, incluyendo reyes y obispos, quienes buscaron su guía espiritual.
Hildegarda emprendió cuatro viajes de predicación, hablando públicamente en una época en que tales actividades solían estar reservadas a los hombres. Hizo un llamado a la renovación en la Iglesia, advirtiendo contra las herejías. En 1163, conoció al emperador Federico Barbarroja, quien puso su monasterio bajo su protección.
Tras la muerte de Volmar en 1173, Hildegarda enfrentó dificultades para encontrar un sucesor. A lo largo de su vida, encarnó la bondad y la determinación, ganándose el respeto y la confianza. Defendió a los débiles y se pronunció contra la injusticia.
Hildegarda falleció el 17 de septiembre de 1179. En ese momento, una señal milagrosa —una cruz resplandeciente— apareció en el cielo, presenciada por muchos en Bingen. Su proceso de canonización comenzó en 1227, y finalmente fue reconocida como santa. En 2012, el papa Benedicto XVI la canonizó para toda la Iglesia y la proclamó Doctora de la Iglesia, convirtiéndola en la cuarta doctora de la historia, junto con las santas Catalina de Siena, Teresa de Lisieux y Teresa de Ávila.